ESCUELA INFANTIL PABLO NERUDA
C/ Pablo Neruda, 3. Alcorcón, Madrid.
ARQUITECTOS: María José Pizarro. Nº Col. 16.486.
Óscar Rueda Nº Col. 11.492.
COLABORADORES: Alberto Galindo,
Antonio Cantero,
Laura Montero,
Miguel Chillerón.
Arquitecto Técnico: Pedro A. González
INGENIERIA: Jofemar Estructura,
PROMOTORA: Ayuntamiento de Alcorcón.
FOTOS Miguel de Guzmán
MATERIAL: Policarbonato Modular SUMPLASTECNIC
CONCURSO: Mayo 2008 FIN DE OBRA: Abril 2010
Lewis Caroll, en su famosa novela “Alicia en el pais de las maravillas” (1), nos transporta a la dualidad del mundo adulto-niño y a sus sensaciones contradictorias: imaginación-realidad, juego-trabajo, diversión-responsabilidad… La escuela de educación infantil se transforma en el mundo de Alicia, donde todo son sensaciones, experiencias, juegos de escalas, color… percibidas a través de los ojos inocentes del niño. Este mundo convive con el del adulto, complementado y potenciado por la dualidad de escalas (2).
El edificio se plantea como un juego de construcción infantil (3) formado por piezas claramente diferenciadas mediante colores y materiales que constituyen las distintas aulas. Entre medias de estas piezas aparece un espacio de circulación, en donde una serie de lucernarios de diferente tamaño y color asociados a cada edad infantil guía, como a Hansel y Gretel, a los niños hacia sus aulas.
Una gran cubierta de espesor variable acoge todas las piezas de colores creando en su parte superior una nueva topografía preparada para albergar todas las instalaciones energéticas que el edificio necesita. La cubierta se perfora (lucernarios que guían a los niños), se rompe (patios), se rasga (pérgolas)… constituyendo el único elemento pesado bajo el cual se cobijan las piezas ligeras de colores de las aulas.
El acceso a la escuela se produce a través de un jardín previo donde un camino a modo de juego introduce a los niños hacia el interior del edificio. El aula de niños de 0 a 1 años se ubica nada más entrar, pero lejos del trasiego de los niños mayores para no alterar sus hábitos. Al resto de las aulas se accede directamente desde el amplio vestíbulo. En el espacio entre aulas se ubican las salidas a los patios de juego comunes, aunque cada aula posee su propio espacio exterior de juego con una zona de sombra que funciona como extensión del aula al aire libre.
Cada aula lleva asociada una escala y color en función de la edad del niño al que se destina. En el acceso a éstas se establece una zona técnica con instalaciones donde se ubica la biberonería, cambiador, aseos y armarios. Este área puede distribuirse de una manera convencional o a través de muebles técnicos que permiten optimizar el espacio y vigilancia para lograr un mayor disfrute por parte de los niños y cuidadores. Los muebles constituyen un elemento de juego dentro de las aulas, permitiendo una gran versatilidad y logrando cambiar el aspecto y configuración del espacio con simples operaciones que sean percibidas por el niño como un juego.
La disposición de las piezas en el interior de la escuela atiende a la orientación y circulación; las aulas se ubican al sur–este para aprovechar el mayor soleamiento y las dependencias docentes y no docentes al norte, con circulación y acceso independiente. Estos dos paquetes funcionales se intersecan en la entrada principal y el vestíbulo, dando lugar a un espacio mágico con luz cenital y patios laterales que introducen la naturaleza al interior. Este vestíbulo puede funcionar independientemente o anexo a alguna de las aulas próximas, creando un gran espacio de reunión cubierto para eventos infantiles (4).
Un gran patio común a todas las aulas situado en el extremo opuesto del acceso funciona como una zona de juegos topográfica que dialoga con el resto del terreno y permite establecer una conexión visual con la zona verde adyacente. Exteriormente los patios aparecen asociados a las aulas como una extensión de éstas, protegidas del sol y la lluvia a través de una pérgola integrada en la cubierta. El niño encuentra su escala a través de las perforaciones y puertas de su estatura, permitiendo una percepción adecuada a su mundo. El edificio se percibe desde el entorno como una gran cubierta flotando bajo la que se muestra un mundo de colores y texturas (5) que invitan al niño a sumergirse como Alicia en su país de las maravillas.